Una ruta Modernista por Barcelona: el primer Modernismo (I)

La llegada del siglo XX y sus años previos constituyeron un momento de renovación, de experimentación, de revolución -en definitiva- de las concepciones estéticas que hizo retumbar los cimientos del arte, dejando una profunda huella en el devenir de las siguientes décadas, y también en nuestra relación con las ciudades. Un claro ejemplo de ello es Barcelona, donde importantes artistas de la revolución modernista hallaron en cada rincón un lienzo para crear su impactante arte.

Ya en una ocasión te invitamos a conocer algunas obras de arte que puedes encontrarte en las calles de la ciudad condal. Hoy, si te animas a conocer los secretos de la Barcelona Modernista, acompáñanos en esta primera ruta por los edificios más representativos del Modernismo Catalán.

El Modernismo en Barcelona: unos apuntes previos

La transición entre los siglos XIX y XX constituyó un periodo intenso en el devenir del panorama del arte, plagado en aquellos tiempos por numerosas corrientes y estilos artísticos que, pese a sus diferencias, compartían el común afán de hallar una nueva forma de expresar una realidad también nueva.

El siglo XIX llegaba a su fin, y en sus estertores, nuevas ideas y concepciones artísticas tomaron forma inundando la ciudad condal para cambiar definitivamente su fisionomía. El Modernismo llegaba a Cataluña para quedarse, más que como un estilo o una corriente artística, como una actitud de modernidad exacerbada, encarnada en las personalísimas visiones de toda una generación de artistas e intelectuales. La de estos artistas era una actitud de modernidad militante que rechazaba el convencionalismo creativo de la Restauración, y era esta idea, este afán, el motor que les empujó a recorrer los solitarios y retorcidos caminos de la percepción con la intención de satisfacer una su sed por renovar el mundo del arte y, por consiguiente, de la realidad de sus plasmaciones. 

El Modernismo en Barcelona es un fenómeno que dejó su estampa en toda la ciudad, aunque con especial impronta en el encantador barrio de L’Eixample, por razones más que obvias, aunque también semilló con sus joyas los municipios circundantes que fueron incorporados a la urbe durante el tránsito del siglo, así como diversos solares que fueron reedificados o restaurados en el casco antiguo durante este periodo.

La encarnación del Modernismo en Barcelona: Antoni Gaudí

Las primeras manifestaciones de carácter espectacular de un arte radicalmente nuevo se las debemos a una de las más reconocidas figuras del arte catalán, el por aquél entonces desconocido arquitecto Antoni Gaudí. Gracias al personalísimo arquitecto catalán, podemos encontrarnos en nuestro paseo por las calles de Barcelona con tesoros como la Casa Vicens en el histórico Barrio de Gracia, construida cuando este era todavía independiente de la ciudad y que destaca a simple vista por su inspiración islámica, fundamentada en el uso del azulejo, que rompió por aquellos entonces los esquemas de lo que debía ser una casa familiar.

Las grandes obras de Gaudí fueron realizadas para un solo cliente, Eusebi Güell Bacigalupi, a cuyo talonario debemos edificios tan impresionantes como los pabellones de la Finca Güell, construidos en 1885 en la Avenida de Pedralbes y actual sede de la Cátedra Gaudí de la Universitat Politécnica; o el Palau Güell, levantado entre 1885 y 1990 en el Carrer Nou de la Rambla, en pleno barrio del Raval, que nos ofrece una de las residencias privadas más originales de la Europa de su tiempo, en la que cada objeto o elemento de construcción constituye una auténtica y rompedora obra de arte: desde cada una de las chimeneas que pueblan la azotea hasta el impresionante salón principal, coronado por una hermosa cúpula de perfil parabólico y decorado con murales del pintor simbolista Aleix Clapés.

El Modernismo barcelonés más allá de Gaudí

Sin embargo, el Modernismo en Barcelona no empieza ni acaba con Gaudí. Si bien es cierto que su relevancia en el panorama artístico de la época le ha hecho pasar a la historia como un genio que, en cierto modo, ha podido eclipsar parcialmente a otros muchos artistas; ya durante los primeros años de Antoni Gaudí como arquitecto empezaban a acometerse impresionantes construcciones como la Casa de la Maternitat, en el distrito de les Corts, ideada por Camil Oliveiras con una destacable libertad estilística, destacando el uso del ladrillo visto y la original policromía que ofrecen los materiales. Otro edificio monumental es el Palau de Justicia, cuyas obras empezaron en 1887 y se prolongaron hasta 1915. Obra de Josep Domènech Estapà y Enric Sagnier, el Palau abandona los convencionalismos clásicos para utilizar formas más libres y sorprendentes. 

Aunque no se trata de edificios de un consolidado carácter modernista, sí podemos considerarlos de algún modo pioneros en el violento cambio que sacudiría en pocos años el mundo del arte. Se trata de los síntomas de una sociedad cambiante, de una apertura de los círculos más conservadores de la Barcelona de finales de siglo hacia diseños más rompedores, más abiertos y originales, propiciando de este modo un sustrato fértil en el que el Modernismo arquitectónico sería capaz de enraizar.

Ya de forma paralela a Gaudí, encontramos a otro arquitecto de excepción, Lluís Domènech i Muntaner, a quien le debemos edificios como el Castell dels Tres Dragóns, en el Parc de la Ciutadella, concebido en 1887 como  Restaurante para la Exposición Universal de 1888, una obra de detalles medievales recuperados del pasado mediante su peculiar y equilibrada perspectiva modernista.

Barcelona crecía a finales del siglo XIX ligada al arte y el arte enraizaba en ella haciéndola, año tras año, más y más mágica. Estas son solo unas pocas de las obras de arte modernistas que puedes encontrarte en tu paseo por Barcelona. Si quieres conocer más rincones artísticos de la bella Barcelona, ¡acompáñanos en las siguientes rutas!